se sienta en otro cuerpo que acaba de sentarse adonde yo me siento.
Y en el preciso instante de entrar ahí,
descubro que ya estaba antes de haber llegado.
Por eso es muy posible que no asista a mi entierro,
y que mientras me rieguen de lugares comunes,
ya me encuentre en la tumba, vestido de esqueleto o de manequin pintado,
bostezando los tópicos y los llantos fingidos.
Jazzy mood en una tarde cubierta de noche y de veranos de mezcal mezclado.

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